El arte de desobedecer
Existe una historia, tan envuelta en secretos militares que su veracidad se debate en las sombras. No tengo pruebas irrefutables, pero quizás, solo quizás, ocurrió así. La misma naturaleza secreta de los hechos, el juramento de silencio de quienes estuvieron allí, podría ser la única evidencia que nos queda. No sé los detalles exactos, pero imagino que pudo haber sido algo así: La carta del Directorio llegó sellada, urgente, con esas palabras firmes que suelen usar los gobiernos cuando sienten que pierden el control. San Martín la leyó con el ceño torcido. No por sorpresa, sino por fastidio. Sabía lo que decía: reprimir a Artigas. Frenar el desorden federal que crecía como yuyos en el Litoral. Pero él no era un jardinero de la obediencia. Era un estratega. Y entendía que a veces la mejor manera de obedecer es hacerlo mal a propósito. Así que escribió su respuesta, con la elegancia de quien no miente, pero tampoco dice todo. Aceptaba la orden. Mandaría tropas. Las suyas, claro, no: el E...