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Sensaciones

Hace mucho tiempo practicaba pintura en la primera asociación de bellas artes de la Argentina. Las clases eran libres, o relativamente libres: acuarela, grafito, óleo, cualquier material pictórico se volvía posible. Había modelo vivo, naturaleza muerta, formas abstractas. Pero más que las imágenes, lo que permanece es el recuerdo de las sensaciones. El olor a trementina, el mate que pasaba de mano en mano, el murmullo del tango de fondo, las conversaciones que se enredaban entre banalidades y confidencias. Pintar era casi una excusa: lo que me quedó grabado es la textura de esos momentos, como si hubiesen sido un cuadro colectivo pintado en la memoria. Después de las clases solíamos ir a un café en la esquina de Maipú y Paraguay. Allí nos esperaba siempre el mismo mozo, que ya sabía de dónde veníamos y nos recibía como si fuéramos parte de una rutina compartida. Tenía un vínculo especial con el mundo del arte: había trabajado en el Palais de Glace, donde conoció a muchos artistas. Quiz...